Iniciaré por reconocer que el movimiento transhumanista es un fenómeno de considerable diversidad; contiene múltiples corrientes, cada una con enfoques diferentes, aunque también comparten ciertos ideales. Antonio Diéguez en su libro "Transhumanismo, la búsqueda tecnológica del mejoramiento humano", describe los distintos tipos de transhumanismo, sus semejanzas y diferencias. Tal como el título del libro, el transhumanismo es el intento de transformar sustancialmente a los seres humanos mediante la aplicación directa de tecnología. Ya conocemos algunas de estas tecnologías: el marcapasos, una prótesis dental, el remplazo de algún miembro del cuerpo, anteojos para ver mejor etc. Un ejemplo más reciente es Neil Harbisson, que se denomina así mismo como un ciborg. Neil posee una antena auditiva que le permite oír las distintas frecuencias del espectro de colores, desde el infra rojo hasta el ultravioleta. Todo esto nos es familiar (quizá exceptuando el ejemplo de Neil), son tecnologías que tienen años entre nosotros, a las cuales se van sumando los constantes hallazgos de la ciencia biomédica y biotecnológica.
Entre
las variedades de transhumanismos, resalta como la más radical aquella que
propone la creación de un ciber-organismo, o incluso la existencia de una nueva
especie a partir de la hipotética fusión entre mente y máquina. La intención de
este movimiento es superar las supuestas "limitaciones" que la
naturaleza nos ha impuesto. A pesar de sonar a ciencia ficción, la propuesta es
más real de lo que podríamos pensar, después de todo ya existe la asociación
mundial transhumanista (Humanity Plus). Este transhumanismo
tecnocientífico promete incluso la superación de la muerte, la posibilidad de
habitar lugares fuera del planeta tierra, en resumen, un progreso continuo e
ilimitado.
Un
concepto clave para este tipo de transhumanismo es el de extropía, que alude
o intenta funcionar como un concepto que se opone a una de las
características intrínsecas del universo llamada entropía.
El progreso infinito del que habla este transhumanismo tiene su base en esta
llamada extropía.
En el área de la informática, este término se refiere al ordenamiento de
información en el ciber espacio. Por su parte, la entropía refiere
a una magnitud física, refiere a lo irreversible en los sistemas
termodinámicos. Un sistema termodinámico se considera una parte del universo
que se escoge para ser estudiada por la termodinámica, la cual estudia la
energía y sus manifestaciones. La palabra entropía procede del
griego (ἐντροπία) y significa evolución o
transformación. Resulta lógico entender porque el campo de estudio de la
termodinámica es tan amplio, todo en el cosmos cambia o está sujeto a un
proceso de transformación.
A pesar de que los transhumanistas usan el término extropía como
un símbolo de progreso continuo, es difícil pasar desapercibida la
contradicción que resulta al comparar este progreso con la ineludible
"fecha de vencimiento" inherente en todo lo que constituye el
universo. Las supuestas "limitaciones" impuestas por la Naturaleza
parecen ser cuestiones como la muerte, el envejecimiento y las habilidades que
poseen otras especies que nosotros los humanos no. La Naturaleza vista así, parece
como un ente injusto, que reparte habilidades o características para la vida, a
manera de Prometeo y Epimeteo repartiendo poderes a las criaturas de los
dioses. ¿Qué es este supuesto límite impuesto por la Naturaleza? Es en realidad
un delicado equilibrio, una estrategia evolutivamente estable, la forma en que
se organiza físicamente la realidad. Parece un tanto arrogante el corregirle la
plana a la realidad material desde la que experimentamos la existencia.
Las promesas del transhumanismo científico reposan sobre este
pensamiento altivo de sobrepasar el balance físico que existe en el universo.
Con respecto a la superación de la muerte, Nick Bostrom alude a una fábula
llamada "el dragón tirano". Esta fábula compara la muerte con un
dragón, el cual mantiene bajo opresión a la humanidad, demandando un suministro
diario de personas como tributo. Los humanos, cansados de este tributo diario
(muertes), deciden implementar un plan para acabar con el dragón y así, sin más
limitaciones, dirigirse a una era de paz, prosperidad y progreso. La historia
recurre a exaltar las emociones humanas para convencernos de que la muerte no
nos permite vivir nuestras vidas plenamente. Lo que en realidad hace es tomar
una característica intrínseca de la vida y convertirla en una supuesta
limitación tiránica, manifestada a través de una criatura mítica. Bien
podríamos tener al Kraken de la excreción o el demonio del nacimiento,
resultaría la misma fórmula que utiliza Bostrom.
Tenemos ejemplos sorprendentes de organismos que pareciera
que no mueren o que han descifrado la forma en que funciona la vida y la
muerte. Las medusas (Turritopsis nutricula) son animales que poseen
capacidades sorprendentes, tanto de regeneración como de longevidad extensa.
Estas capacidades no fueron desarrolladas en laboratorio, sino a través de un
extenso periodo de selección natural, desarrollando mejores condiciones de
adaptación a su entorno natural, como consecuencia de una estrategia evolutiva
estable. La lección aquí no es buscar los genes que permiten esto e
implantarlos en los humanos. Lo que resalta es la completa adaptación de la
medusa a su entorno natural y como esta armonía favorece ciertas condiciones con
relación a la vida del organismo.
Nuestro hábitat no es el de las medusas, de hecho, posee
cada vez menos una base natural. Esta sobre-naturaleza en la que habitamos
existe gracias a la reforma que imponemos al ambiente, que es la técnica.
De acuerdo con Ortega, más que satisfacer las necesidades básicas (para eso
bastaría el mero instinto animal), el principal objetivo de la técnica es
la satisfacción de lo objetivamente superfluo. Un aspecto que se critica del
pensamiento de Ortega es que además del humano, otros animales también poseen
técnicas. La construcción de un nido, las madrigueras bajo tierra, las varas
que usan algunos primates para extraer termitas, todos son ejemplos de ésta. Lo
que quiero resaltar es la base natural de estas técnicas y ambientes. La
utilización de técnicas no destruye el equilibrio ambiental en el caso de los
animales no humanos. En nuestro caso vemos exactamente lo contrario, los
ambientes tecnologizados que habitamos amenazan cada vez más el equilibrio
ecológico del planeta. Las ideas del transhumanismo tecnocientífico procuran
ensanchar la base tecnológica de nuestra vida, acción que nos pondría en la
dirección de una crisis ambiental. Organismos que han tenido más éxito que
nosotros en la selección natural apuntan a lo opuesto: preservar la base
natural que da sustento a la vida.
La técnica que hace posible lo superfluo,
eso sin lo que la vida no merece la pena vivirla, tiene que imaginar una nueva
forma de equilibrio entre tecnología y el medio natural. Tal vez si miramos más
hacia los ejemplos de adaptación de organismos vivos y menos hacia los sueños
místicos que yacen en el centro de nuestra empresa tecnológica, podamos
encontrar pistas para ello. Al parecer nos pensamos superiores a nuestros
antepasados, los consideramos primitivos e ignorantes, a pesar de que nuestra
habilidad para adaptarnos al medio ha mermado considerablemente desde
el Pleistoceno. Aun así, decidimos creernos instrumental y tecnológicamente
mejores. No se trata de abolir la tecnología, se trata de reorientarla a
propósitos más mundanos. Me rehúso a pensar que solamente nuestra tecnología
puede dañar el medio en el que vivimos, debe haber mejores formas de
utilizarla, redirigirla hacia el equilibrio ecológico. Tratar de ensanchar
la base natural de la sobre-naturaleza que habitamos.