Sunday, March 23, 2025

CURP K9

 Todos los días al caminar por el vecindario me encuentro con perros a mi alrededor, me parecen animales fascinantes y hermosos, la mayoría vive en un estado de cuasi ilegalidad y el nivel de respeto y amor que reciben llega a ser proporcional al tipo de vínculo que mantienen con los seres humanos. Encuentro algunos paralelismos entre los perros y nosotros los habitantes de la ciudad, después de todo compartimos la gran jaula. Llego a sentir más pena por el perro de patio que por el callejero, este último posee más libertad que el primero y siento más empatía por el perro callejero que por el humano vagabundo. No es que el perro callejero viva en un lecho de rosas, este se encuentra expuesto a peligros constantes, violencia y agravios por parte de los seres humanos y sus máquinas. Los caminos de la urbe solo respetan y dan preferencia al vehículo motorizado, los demás tenemos que adaptarnos al frenesí vial, sin embargo, el ser humano puede tomar como referencia los señalamientos viales (no todos claro está),  también podemos interpretar infraestructuras desde nuestro punto de vista más elevado lo cual nos permite movernos con más seguridad en el zoológico humano. Desde su visión más cercana al nivel del suelo el perro callejero batalla diariamente para no ser atropellado o lastimado, muchas veces perdiendo la batalla en medio de la urbe sin nadie que le importe su cadáver a media calle, el mayor respeto sepulcral al que puede acceder es un poco de cal sobre su cuerpo inerte y el comentario para consagrar su eterno reposo versa más o menos así: "para que no huela a perro muerto". Lentamente los elementos irán reclamando su carne hasta dejar solamente los huesos orillados en un baldío o banqueta (esas fueron mis primeras lecciones de arqueo zoología cuando era niño).

El perro domestico se enfrenta a estos mismos desafíos solamente cuando  escapa del yugo de la correa/cadena o de la prisión del patio y la casa, a decir verdad, se enfrenta a esta situación con una gran desventaja ya que desconoce sus alrededores a diferencia del perro callejero. La comodidad de ser perro domestico no viene libre de dificultades, éste se enfrenta a la constante ridiculización de sus amos, al capricho de sus horarios y memoria para que pueda tener su comida, recreación, esparcimiento y prácticamente cualquier cosa necesaria para el animal. No es que romantice la vida en la calle, solo me parece que un patio lleno de mi propia mierda y orina sería peor que vagar por la gran letrina que llamamos ciudad. No todos los perros domésticos tienen la suerte de caer en manos de un guardián, uno que comparta todo con el, que lo respete, que no lo ridiculice, que no lo mutile, lamentablemente no hay muchos de estos. La gran mayoría de perros domésticos quedan confinados a una terraza, un patio o pedazo de patio, amarrados por una cadena, cuerda o correa, no importa que esta tenga dibujitos, sigue sirviendo para los mismos propósitos esclavizantes. Sus ladridos no siempre son para cuidar la casa, puede que sean gritos de auxilio, de dolor y locura. Pienso que le hacemos eso a los perros para sentirnos por encima de ellos, para no ser el último eslabón de la cadena urbana, para expiar nuestros deseos de poder sobre otro ser. Algunos les llaman animales de compañía, en lo personal pienso que es bastante estúpido buscar compañía de otro ser cuando ni siquiera disfrutamos de nuestra propia compañía, nos enajenamos de distintas formas y buscamos el escape de nuestro interior a toda costa pero creemos que aprisionar un animal será la solución (tampoco le podríamos llamar compañero de celda, el perro no es nuestro igual en este entorno urbano). 

Por lo general se apela al vínculo ancestral entre lobos y humanos para justificar la relación que sostenemos con los perros pero siendo honestos las condiciones ya no son las mismas, es necesario re definir la relación para no caer en absurdos romanticismos que justifiquen nuestra crueldad hacia estos bellos animales. Ya no cazamos con los perros, ya no es necesario que cuiden la propiedad privada (sino para que sirve el mugroso Estado de Derecho), tampoco tenemos un vínculo de cooperación con  base a una vida nómada (¿podríamos exceptuar a los vagabundos rodeados de perros que rondan en la ciudad y sus alrededores?). Ahora cabe preguntar ¿qué tipo de vinculo tenemos con el perro para poder definir la relación con éste? Si nos basamos en la correspondencia con los hechos diríamos que el vínculo que sostenemos con los perros es de tipo instrumental, en otras palabras los utilizamos para algo. La comunidad vegana estará de acuerdo con esta afirmación y agregarían que también instrumentalizamos al resto de los animales que se cruzan en el camino del ser humano, sin embargo, a diferencia de los pollos, vacas, cerdos, caballos y un gran etcétera, los perros se encuentran a un lado de nosotros en el entorno urbano. Los rastros y grandes lugares de tortura donde se ejecutan diariamente cientos de otros animales quedan inaccesibles a nosotros pero el perro está ahí lado, en el patio, en la terraza, en una esquina confinado, vagando por las calles en estado famélico; por lo tanto pienso que nuestra insensibilidad es aún mayor hacía estos seres. Constantemente la comunidad vegana se infiltra a los centros de tortura animales para exponer la realidad detrás de nuestro sistema de alimentación, una especie de terapia de choque grabada en vídeo. Hay personas que después de ver estos contenidos audiovisuales deciden volverse veganos o evitan consumir productos de origen animal en la medida de lo posible, ya no ven de la misma forma el pasillo de carnes en el supermercado ni los puestos de tacos, otra realidad les ha sido develada a través de estas grabaciones. En el caso de los perros nada está oculto, la indiferencia es aún mayor dado que el sufrimiento y miseria son evidentes a los ojos de los ciudadanos, la terapia de choque deja de funcionar en este punto. 

Entre las variedades de perros que habitan la ciudad existen los que son utilizados por el poder coercitivo del Estado, los llamados perros policías. El nombre no me agrada en lo absoluto, se me hace de tipo difamatorio, empero, entiendo la importancia de estos nobles animales en las labores de búsqueda y rescate. Además de estas importantes acciones estos perros tienen como tarea el cuidar a los oficiales de policía. Podríamos decir que la antítesis del perro policía es el Negro mata pacos o los llamados "riot dogs". Una diferencia interesante entre estos dos tipos de perro de la urbe yace en las personas a las que protegen, el primero al poder coercitivo del Estado y sus representantes uniformados, el segundo a los manifestantes durante protestas. En el K9 las capacidades de pastorear y cazar son modificadas a través del condicionamiento para que este perro realice todas las tareas que el oficial de policía le indica. Los riot dogs son perros callejeros que al parecer por propia voluntad acompañan y en ocasiones defienden a los manifestantes, generalmente los más agredidos y violentados dado que son superados en armamento por parte de la policía. Ambos perros están presentes en las manifestaciones, unos porque la calle es el entorno donde viven, los otros porque son llevados ahí por la policía para ser utilizados como contención y arma. Unos son sensibles a la desgracia de los manifestantes, los otros indiferentes debido al severo condicionamiento que atravesaron. 

Aquí podríamos dibujar una clase de paralelismo entre los perros y los humanos, en la indiferencia y en la participación activa ante la violencia del Estado. Aquel civil que ve la manifestación desde su auto permanece indiferente y molesto ante los manifestantes, como si su condicionamiento lo cegara de la desigualdad, violencia y represión del Estado hacia sus congéneres. El manifestante de a pie rara vez cuenta con el apoyo y empatía de los que va encontrando en la calle, aquellos que se quedaron a trabajar, que si cumplieron con el horario y fueron "responsables" en su trabajo. ¿Qué clase de condicionamiento atravesaron estas personas? cual sea éste es uno que insensibiliza y tiene un efecto paralizante ante la desigualdad social. ¿será este mismo condicionamiento el que insensibiliza ante la desgraciada vida de los perros en la ciudad? La correlación suena arbitraria pero ¿no lo es también la revisión de rutina que diariamente aplica la policía? Nuestros bellos amigos perrunos no tienen elección, son reclutados por la policía, pasan de ser pastores a ser K9; el civil promedio tiene cierto grado de elección aunque también es reclutado por distintas instituciones de toda clase. Hay espacio para decidir, aunque la decisión no sea fácil, por un lado la vida alienada fuera de las instituciones, por el otro el CURP y la obediencia civil. 







Saturday, March 8, 2025

Seeing things straight: before Adam.

 The scientist aims to look at things in the way they really are, they aspire to just look at the objective reality. I do like science but I can not share this kind of vision. As soon as we name something or someone we create a mental label and this one will filter everything related to that someone or something. Because of the linguistic charged we will attached certain features or characteristics to what we are trying to "objectively" look at. Outside the laboratory and the scientific context there is more than just an objective reality: we fall in love, we do and defend irrational things and sometimes these things are the most precious to us, like friendship. When we name someone as a friend we are attaching a whole list of characteristics to this individual, these characteristics are related to the person's behavior, culture, age, ocupation etc, but aslo this list is related to our friendship definition. 

No matter how simple we think an individual is, no one is that simple. Some characteristics, a mental list, some concepts will not capture the complexity of any human being, those things will be only approximations so we can understand that complex being. I also believe that it's absurd trying to get rid of those lists, that is not my point, what I am trying to highlight is the fact that our perception gets distort by them. Some religions, cults or spiritual paths assert that they have the right set of characteristics so we can look at any human in the right way, but I believe that's also very presumptuous. The question goes into a different direction, given that I do not accept any particular list as "the one" everything comes down to how do I want to feel about that person, thing or whatever stuff I want to name and attached characteristics to it. 

Do I feel grattitude when I call someone my mentor or friend? Do I attached loyalty and honesty when I call someone my girlfriend or wife? Is it actually possible to choose how I feel depending on the words that I use to name people, relationships and things? Some people believe that philosophy helps us with this because it studies concepts, their creation, the social implications, their historicity and relations to other concepts. I think this could be tricky, we might go back to the same spot we were trying to avoid a few lines back using a different door : having the right list of concepts. I think philosophy gives us the freedom to choose from a wider variety, the freedom to choose that pair of glasses that we will use to judge, evaluate and attached meaning to things, relationships and people. There is one more trap: the universal relativism. If everything that matters is how I want to feel about something or someone then the set of concepts that I choose is relative to that. I don't think that's the case either. Some concepts can make us feel lonely, isolated, alienated, deppresed etc. If we accept as a common agreement that we all persuit our wellbeing then all those concepts taking us into those difficult scenarios will be discarded. 

There most be some kind of biological footprints so we can have some orientation about which concepts will do the job of keeping our wellbeing. I agree with Jack London in "Before Adan" when he chooses "playing" as one of this primigenial concepts related to our wellbeing; no matter how ancient and primitive the characters were in the book, playing was involved in the definition of previous concepts like friendship and love. Nowadays there seems to be a tendency towards doing things in a ludic way, from the applications we use in our phone to pick up a ride, paying taxes, to our very own jobs. But what about people? Do we now behave in a playfull way? I believe that our behavior is rather cinic than playfull. Playing involves more than fun, entertainment or simple ways of doing or behaving. First of all it requires time, something that we do not have a lot nowadays. Playing with people does not mean being mean with them, cheating or lying to each other. It means choosing to spend time with someone for non productive purposes. It is about letting your guard down and being open with someone, knowing that this other individual will not hurt you in any purposeful way. It is about trusting the other when it looks irrational to do so because you'll get no real production out of it. 


Friday, December 23, 2022

Más calle, menos pan y skateparks

Patinar la calle es más que un simple transitar, se trata de un apropiación del espacio público. Quienes patinan la calle no solamente se trasladan, durante su viaje se apropian de los diferentes pisos, bardas, escaleras, tubos, paredes, banquetas y bajadas. El rugido de las ruedas friccionando reclama ese espacio que ha sido relegado al simple tránsito, atrayendo miradas morbosas y expresiones de lo más variopintas. En la esfera de la vida pública, compuesta de arquitecturas, normas, códigos de señalización y conducta, es donde acontece el skate callejero. Éste no sigue precisamente las reglas, dando novedosos usos a las construcciones que forman el espacio público. Las personas en situación de calle, prostitutas, animales no humanos, las protestas y manifestaciones, vehículos, vendedores y músicos ambulantes, así como cientos de transeúntes, coexisten con quien disfruta de patinar las calles. La situación de calle que atraviesa el patineto puede ser constante o esporádica, este factor tiene que ver con asuntos socioeconómicos y políticos. Hay banda que vive en un parque, en los árboles, en el skatepark, en casa de un camarada, en un anexo, en resumen, no existe un perfil único de skater. Las narrativas audiovisuales que encontramos en las redes sociales nos ofrecen un catálogo de perfiles skate, cada uno de estos acompañado del repertorio de ropa, vocabulario, preferencia de trucos/spots y un largo etc. Estas tiene su base en la vida de patinadores y patinadoras, que pueden obtener suficiente dinero para vivir solo de su actividad como skaters, así como de la promoción de su imagen pública. Esto no vuelve la skate life una ficción: la vida de Nyah en los Ángeles es tan real como la mía en la colonia empedrada de la Lázaro Cárdenas; lo falaz se encuentra en el discurso que pretende homogeneizar este estilo de vida. Las funciones de historia en las redes sociales, nos permiten llevar a cabo una simulación de este tipo de vida, una vida de celebridad, con el ojo puesto en nuestra importante cotidianeidad. 

De alguna forma, esta simulación nos ayuda a satisfacer nuestros deseos de poder, nuestra necesidad de ser importantes dentro de un grupo social, pero esta no agota el campo de lo posible para el patinaje callejero. Actualmente se patina para mostrarse, en forma de insta clips o video partes; todos los días nos exponemos al océano de contenido audiovisual en redes sociales, que muestra como nos divertimos patinando la calle. La cúspide del patinaje callejero no culmina en una patineta con tu nombre ni en un video con un millón de likes, sino en la capacidad de desafiar la persistencia de las estructuras que definen el espacio público. Las personas se trasladan día y noche por este espacio, de manera análoga a los electrones en una tarjeta electrónica, yendo de un lado a otro para cumplir una función específica, concreta y determinante. Ese vaivén de personas circulando el espacio público con fines utilitaristas, solidifica las arquitecturas, así como los sistemas de normas y reglas. El patinaje callejero afloja éstas últimas, quita el velo determinista en las arquitecturas, desafía el plan general para conducir a las personas en la ciudad. No olvidemos que este tipo de espacio abierto es la raíz de la democracia (ágora), del diálogo horizontal, donde se congregan los ciudadanos no sólo para actividades económicas, sino también políticas. No es muy común encontrar un posicionamiento político sólido en la banda patinadora Queretana, por lo general apela al tradicional "le voy al quien gane", o más concreto: "le voy al que me prometa/ponga un skatepark". Nuestra negligencia llega al tope cuando reclamamos por un skatepark en lugar de una distribución del agua más justa o un mejor sistema de movilidad urbana; estas cosas quedan relegadas al campo de lo secundario para la banda patinadora.

La calle está llena de obstáculos y peligros, patinarla no es cosa fácil, ni tampoco es algo que se aprenda precisamente en el skatepark. Patinar la calle consiste en afinar los sentidos, en exponer el cuerpo a cientos de factores contingentes, para mi, es una de las pocas formas en que se reclama un espacio público más flexible, menos cuadrado y determinista. Es expresar (con el cuerpo y la patineta) que no estoy de acuerdo con la homogeneización del uso de coches y camiones, como única forma de movilidad ciudadana. Consiste en desafiar la actitud sedentaria del transeúnte, es algo más que salir de los varios asientos de la casa para ir al asiento de la calle, es una reclamo a la interpasividad (la cual también nos interpela, con los distintos videojuegos sobre skateboarding). Una horizontalidad skate aún se encuentra lejos para nuestra ciudad, dado que existen múltiples grupos que buscan re afirmar sus diferencias, establecer marcas y llevarse una rebana del pastel. Con base a la existencia de estos grupos y su afán por diferenciarse del resto, podemos decir que no hay una única imagen de la escena skate en Querétaro, ninguna narrativa audiovisual puede dar cuenta de este amplio contexto. Entre todas estas diferencias, que bien podrían alegarse son meramente subjetivas, la calle permanece como una constante para todos estos grupos: es la vara de hierro que juzga a todo patinador por igual, es la verdadera jueza del skate; esta no asigna puntos a los trucos, sino heridas y lesiones, descargas de dopamina y adrenalina. La existencia de skateparks, básicamente, radica en el discurso sobre la práctica para concursos, o iniciar en el skate de forma segura. La calle es menos peligrosa si la patinamos juntxs, si dejamos a un lado esas diferencias mundanas y deseos gringos que escapan de nuestra realidad queretana, si buscamos como objetivo más excelso en el skate queretano, un posicionamiento político con relación al uso del espacio público: más calle, menos pan y skateparks


Thursday, September 15, 2022

Planned obsolescence: The elephant on the room

 

Hardly ever we get to practice the exercise of self-criticism, especially with things that are part of our daily basis. That everyday life is full of relationships, with other people, objects, animals, ideas etc. Sometimes we do not criticize the elements of our daily life because they are the solidest part of our reality, and how dare us to question that! We could of course, that’s the philosopher’s job. It is because almost nobody has the time to do it, not if you must work a lot of hours, doing something not related to books and articles, or if you are too comfortable in your reality that you don’t really care about questioning those commodities. In the busy world of today, the long explanations have no room, so the philosopher must master the skill of the abbreviator, being careful of not excessively using the resources of the omission and simplification.  

Our generation was granted with the enormous gift of playing in the outside, experiencing Nature: forests, mountains, climbing trees, swimming rivers, eating from earth. Not only watching ecosystems on a screen but to have the chance to be there, to be part of that nature (which we are). Before our generation, the so-called X generation, by the popular literature, also enjoyed of that contact with nature during their early days. We are not mentioning the adulthood of this generation, sadly, they were too busy working, and not all of them had the chance to work in the very Nature. If we keep this exercise of thinking, considering the generations before us, eventually, we will reach the ancient times, with no buses, no schools, no government, no entertainment, no religion, perhaps not even words, but a lot of Nature. That shaped our development, Nature, physically and mentally, not the devices and structures that interact with us all the time in our days. These objects are the ways and the ends for most people. It could be said that we are kind of addicted to these devices; maybe that’s one of the reasons for the denial, for avoiding the topic and only look at it as a necessary evil in the journey of progress. Today we will allow ourselves to look directly at it, the elephant in the room, the planned obsolescence.

Any average day is good for an example, just consider all the objects around you, everything that makes your day possible. All of them contain an intrinsic element of obsolescence, in the physical realm and in the psychological one. Everything can be broken, even us when we get sick remember how fragile we are. Thermodynamics could explain these changes using its second postulate, the one about entropy. Nevertheless, that same science cannot explain why we planned for it, to make it happen at a determined time, in a planet of finite resources, with only an economic purpose. It doesn’t make a lot of sense when we put it in that way, but that’s what it is. Clothes are no longer fashionable, electronics change constantly (under the logic of design, functions, spare parts, durability, etc.), tools must be changed when they get broken, burned, bend, deformed; the same goes for transportation, any industrial or domestic object will have an element (at least) related to obsolescence. Practically every object in the market, all of them, must fail, otherwise the economy will collapse, there is no business on selling everlasting products. It is completely obvious that at some point humanity will face a problem with resources, so, why don’t we ask ourselves the awkward questions before the awkward facts hit us in the face. ¿Can we push the stop button at the industries without any repercussion? Of course not, that would be a very puerile question. Making the right questions is not always easy, how can we appeal to reason when we act irrationally about our must precious thing in the world, sacrificing it for the sake of economy. Fortunately, making questions is another area in which philosophers work a lot. Taking every aspect into account, we get to make the question: How can we develop a more resilient mentality in a society of use and throw? The answer to that question is not only in the hands of philosophy, but in all natural and physical sciences, in the humanities, in the interdisciplinary and transdisciplinary realm. Only working together in this reflexive exercise is possible to find a way out of obsolescence.

Wednesday, May 4, 2022

“Monstruo capitalista” o transformación sin crítica.

Seguido discuto con mis compañerxs de clase sobre el uso de los términos "Capitalismo" y “Neoliberalismo”, así, con mayúscula. Estos están sobre explotados al grado que han quedado desprovistos de un significado real o útil. Me refiero al uso coloquial de estos, donde salen a relucir como explicación (o más bien resignación) final de las adversidades e injusticias que vivimos en nuestra sociedad. Frases como "el neoliberalismo cambió el sistema educativo", "somos esclavos del capitalismo", "el capitalismo provocó el calentamiento global", etc. ¿Qué sigue después de estos enunciados? ¿Hay una solución, o una propuesta? ¿Se profundiza sobre a qué nos referimos por capitalismo y neoliberalismo? o ¿Detenemos el análisis (cómodamente) en el sistema socioeconómico? 

Usar estos términos como desenlace o explicación final, no sólo los reafirma, sino que deja una sensación de incertidumbre, de impotencia, de neutralización de la posibilidad. El insistente uso de estos conceptos parece estar asociado a cierto vicio dicotómico, una especie de negación de la era postideológica. Estas abstracciones conceptuales pretenden hacer referencia a la estructura de la civilización humana moderna. Hablar de estructuras constituye el primer paso para abordar la complejidad de la realidad que vivimos (resistiendo a la tentación de usar la palabra neoliberalismo).  Estructuras como un librero, una alacena, una construcción arquitectónica, pueden explicarse en términos de sus materiales, geometrías y usos. Me refiero a otras estructuras, las que no se reducen solamente a la materia o la función que estas cumplen. 

Estas describen cómo están organizados los elementos de un sistema, así como las relaciones y dinamismos entre estos. Al plasmarlas por escrito, estas estructuras se visibilizan, como las políticas públicas y constituciones, organigramas o partituras, por mencionar algunas. Estas requieren de actores materiales, pero su funcionamiento no es tan fácil de evidenciar (cómo cuando observamos un objeto y lo identificamos de inmediato haciendo uso de la geometría). La filosofía nos puede ayudar a entender estas estructuras. El filósofo francés Gilles Deleuze da cuenta de estas, proponiendo una interesante categoría ontológica llamada "virtualidad". No se refiere a la realidad virtual que encontramos en las tan familiares simulaciones digitales, sino a una virtualidad real, que es un componente vital del mundo objetivo. La realidad, de esto que llamamos lo virtual, es precisamente estructura. Con esto Deleuze nos recuerda que hay que evitar dar a los elementos y relaciones que forman una estructura una "identidad"/"personalidad" que no tienen. Mejor sería enfocarnos en extraer de estos elementos y relaciones, una realidad que sí tienen.  

No es sólo una cuestión purista del uso del lenguaje y de los conceptos, cual capricho de un filólogo. Se trata de estudiar dichas estructuras, dirigir la atención a estas, no sólo en qué hacen mal o bien, sino en cómo funcionan. En los detalles de su funcionamiento, podemos encontrar pistas que nos guíen a nuevos cuestionamientos, a develar los supuestos "hilos del sistema". El concepto es para la filosofía, lo que el motor es para un automóvil. Ser crítico de los conceptos es lo que permite movernos en el mundo de la filosofía. Además de ser un deleite para la mente, esto nos permite entender cómo opera la máquina sociotécnica (sólo por usar una mejor abstracción que la de neoliberalismo). La estructura del sistema educativo, por ejemplo, no sólo se reduce a sus actores (el cognitariado, en palabras de Franco Berardi), pues estos parecen no ser dueños de sus proyectos y agendas, en la mayoría de los casos. No es que el neoliberalismo decide abandonar la filosofía, eliminando a la ética, la lógica, la estética y la historia de la filosofía en sus planes escolares, es más complejo que eso; involucra hablar de servidores públicos, políticas educativas basadas en conceptos sacros, no criticables, como “progreso”, “bienestar” y “desarrollo”. La filosofía prioriza el pensar, el diálogo y la crítica, algo imprescindible (y no sólo labor de unxs cuantxs) en los tiempos que atravesamos para entender y cambiar lo complejo, lo que no se ve a simple vista. La filosofía nos ayuda a retomar nuestra participación política, haciendo mejores preguntas y construyendo mejores conceptos. Renunciar a esto, significa que alguien más nos dicte la agenda, significa quitar al pueblo su capacidad de decidir de manera crítica.

 

 


Monday, November 29, 2021

¿En que piensas cuando escribes?

Trasladar a palabras la película de la mente.
Seguir las normas de puntuación. 
Proyectarme como alguien que no soy.
En mostrar mi verdadero yo.
En disociarme.
En engañar. 
En comunicar. 
En respaldar lo que quiero ser.
¿No pienso, sólo escribo?
Disque escribo, medio pienso.
Leo lo que escribo y pienso que tengo dislexia. 
¿Letra de molde o Arial 12?
La presión del lápiz contra los dedos
La sensibilidad de las yemas de los dedos en el teclado.
El grasiento espejo negro. 
Pienso en cómo luzco cuando escribo.
Observo con orgullo al yo escribano. 
Ese que escribe y bebe café. 
Con el cigarrillo pendiendo de los labios entre abiertos.
"L'écrivain"
En la hoja que se rompe y se mancha, 
en el archivo que se olvida en la amplia nube.
Donde sea, hoy, todos escriben.
Publica el trabajador, publica el diputado.
Se queja el pueblo twitero
contesta nuestro youtuber favorito cada mañana.
Le cuento a facebook como me siento,
a este no le importa.
Lo hago para mí, 
pero espero ansioso por las reacciones. 
Me siento inspirado por una película, 
canción, podcast, youtuber, evento, suceso, lectura.
Escribo, publico, 
expreso mi opinión a mis cientos, 
miles de "amigos".
¿Follower o Amigo? 
Para facebook da igual, 
para los usuarios no está muy clara la división. 
Escribo lo que pienso que "debería ser",
imperativamente.
No como el categórico de Kant, 
"no más cuando me conviene". 
Escribo y me leen, me "disque" leen. 
Me desahogué, discutí, me expresé, denuncié,
me "revelé contra lo establecido".
Escribí y ejercí mi libertad de expresión, 
aunque haya censurado a alguien en el intento. 
Comentarios anacrónicos, pues todo ya fue. 
Reinterpreto lecturas y contenidos audiovisuales. 
Comento, celebro, felicito, difamo, insulto,
cancelo, solicito, halago, hostigo, acoso.
¿Reconozco?
Escribo y escribo.
Se exhorta a leer pero no a escribir,
está implícito que todxs escribimos. 
Si todo lo que escribimos está mal, entonces
¿Qué deberíamos escribir? 
¿Novelas, poemas, fábulas, mitos, normas,
cuentos, manifiestos, twits, aforismos, chistes?
Escribo, no se exactamente por qué , pero escribo.
Inspiro a alguien, le hago sentir bonito, 
lo hago encabronar, le hago el día, la hago de pedo.
Me burlo, describo emociones, dicto valores, 
refuerzo mis ideas, sugiero, critico.
Doy lecciones de moral.
Impongo 
¿Comparto? 
"No lo sé, sólo escribo". 






Sunday, November 21, 2021

Preguntas sobre la muerte

 Estamos aterrados por morir...

Sabemos que un buen día va a pasar, podría ser ahorita mismo si yo así lo deseará. Siempre es un buen día para morir. Mueren las plantas y las mascotas, así como muere mi ánimo por el conocimiento. Todo a nuestro al rededor es, existe, lo experisentimos. La muerte es algo que puedes comprobar. Matando una mosca, intoxicando con veneno especializado a un mosquito, aplastando una cucaracha en la cocina. Nada se resiste a la muerte. Ni siquiera las religiones se resisten a la muerte; en México, se hace cada vez más grande el número de seguidores de la Santa Muerte. Es algo que todos reconocemos, que sabemos que pasa, que pasará, que nos pasará, que me pasará. Entonces, ¿por qué no sabemos morir? Incluso existe una disciplina en desarrollo que nos enseña a morir, la tanatología. La tragedia es el mercado de trabajo de estos técnicos en morir. Le enseñan las técnicas del "dejar ir" y de la aceptación al futuro difunto y a los familiares de este. ¿Qué técnicas son estas? ¿por quién fueron legitimadas? ¿hay tanatología por regiones? ¿importa donde existió la persona? ¿Quién le enseñó a morir al técnico en muerte? ¿y a su maestro en muerte? ¿Cómo se aprende a morir? 

Será la última cosa que hagamos en esta vida, morir. No importará si nos evalúan bien o no. Si repruebo o no en mi competencia al morir. Ya no va a importar ninguna de esta convencionalidades. Entonces pregunto ¿por qué no sabemos hacer esa última cosa, que todos los organismo vivos haremos algún día? Y hablando de organismos vivos ¿Cómo mueren los animales no humanos? La etología puede aportar algo de luz a esta última cuestión. El etólogo observa pacientemente el comportamiento animal, no en la clásica imagen del viejito barbón en ropa de camuflaje, no; más bien el que observa la grabación de un determinado ser vivo en la pantalla por horas, por días. Este se limita a un riguroso ejercicio de descripción de lo que sucede, se consagra en su interior al ideal positivista, pensando que sólo describe la realidad objetiva; que él ni su subjetividad intervienen en la observación y descripción. De cuando en cuando observa animales morir, tal vez analizando las causas, si un depredador le arrebató la vida o si murió de inanición. Apunta estas en un diario de campo, es una recopilación de datos, no es un funeral. El etólogo reconoce la acción de morir por parte del animal. Algunos se dedican a observar estos procesos de muerte. Las cámaras digitales hacen posible un time lapse, de como los cadáveres de animales se reincorporan lentamente a la tierra, agregando nutrientes al suelo, propiciando que crezcan plantas, que se alimente otro animal con ellas... otro más que algún día morirá y repetirá el proceso.

Hemos olvidado como se muere uno, pero aún así quedan remansos de esto en nuestra ideología sobre la muerte. Los rezos repetitivos y prolongados, ahogados en llanto, que pretenden purificar a la persona de su vida pecaminosa, emulan al animal que huele y rodea a su congénere muerto, emitiendo sonidos diversos, similares a un llanto, a un quejido. A partido, se ha marchado, pero ahí sigue. Lo mueve un poco, lo lame, lo huele, lo mira. No lo traslada a otro lado, no construye algo para depositar el cuerpo difunto; no tiene que pagar una mensualidad para que no echen a la fosa común a su amigo que murió. El proceso empírico es más que suficiente. No he leído algún diario de la muerte de ningún animal, me inclino a creer que no podría existir tal cosa (espero la tecnología moderna nunca cometa la estupidez de intentarlo). No se que piense el animal al abandonar el cuerpo de su congénere. No se porque no vuelve cada año y le lleva flores. 

El animal no humano sabe morir, no lo hace estoicamente, ni con base a los procedimientos del Bardo Thodol. Simplemente muere porque simplemente vive. Pero vayamos más lento. Antes de preguntarme ¿por qué no sabemos morir? debí haber preguntado ¿sabemos vivir? ¿vale la pena vivir la vida o no? cuando se responde negativamente a esto ¿es por qué el que respondió la pregunta se pone de acuerdo con sus ideas y entonces decide vivir? ¿nos hacemos en algún momento de nuestra vida esta pregunta? Para Camus este es el único problema serio de la filosofía. Camus murió en un accidente automovilístico, no tengo idea si sabría o no morir el buen hombre. Recurriré a ayuda más contemporánea, más popular, una más conocida por todos. Que tal el capitalismo, lo más vigente e innegable. 

El fetiche que tiene el capitalismo con el crecimiento indefinido es evidente. No tiene un freno para este, el crecimiento económico es lo más deseado por este sistema. Esta falsa proyección de infinitud es similar a la que ofrecían las religiones, que abrían las puertas al infinito reino de Dios, así como Walmart abre sus puertas automáticas al infinito mundo del consumo. ¿Tiene algo de malo el esparcir las ideas de infinitud entre nosotros? ¿para qué son necesarias? ¿de qué me sirve el infinito en un mundo finito? Las aplicaciones matemáticas son una de las respuestas; otra también sería la utopía, alejándose los mismos pasos que damos para alcanzarla. Este sentido de perfectibilidad lo encuentro también en el humanismo, con su proyección de hombre vitruviano, de infinita mejora, en su eterna misión de perfeccionarse para el contentillo de Dios. Sin embargo, además de toda la espiritualidad o función que cumpla lo infinito, nos aleja de esa última actividad en la vida, la finita muerte. Aprender a morir se ha convertido en aprovechar el mes del testamento, en hacer tanto dinero como se pueda en vida, invertir en buenos productos o modelos de negocio; todo con la intención de dejar una buena herencia. Incluso la muerte queda subordinada al capitalismo: en los hospitales particulares, nacer es tan caro que es más barato morir. 

¿Cómo saber vivir en estos días? Dentro del paradigma socio económico capitalista, el saber vivir se juzga sólo desde el factor económico. Aprender a vivir de esta forma no es factible para todos, después de todo, en esta economía deforme, global y vertical, alguien tiene que lavar los platos sucios, limpiar los baños, recoger la basura e incluso vivir en ella. El saber vivir bajo estas condiciones implica desarrollar patologías, enfermedades, destruir el sentido de comunidad, por una excesiva competitividad individual. Para la mayoría de los que habitamos la ciudad, los pobres, no sabemos vivir así. Y que mejor, porque esto hace evidente lo irracional del capitalismo, lo necesario de otro tipo de formas de organización humana. En este régimen corporativo, las empresas nos ahorran la tarea de pensar y hacer. Si no sabes quien eres, no importa, se te venderá un paquete básico de personalidad, con un catálogo amplio de posibilidades: personalidades prefabricadas, que sólo en la ficción es posible que funcionen. 

¿Qué ejemplo podemos encontrar, que no sea del club de Toby del humanismo, que no sea el realismo capitalista, que nos aporte algo al saber como vivir y morir? Me dirigiré más atrás en el tiempo, a las sociedades tradicionales, a los Sioux que habitaron Mesoamérica. La filósofa Karen Warren lo describe de la siguiente manera:

Tras abatir al animal con un flechazo, sin matarlo, hay que tomar la cabeza del animal entre sus manos y mirarlo a los ojos. Los ojos son el lugar donde se halla todo el sufrimiento. Mira en los ojos de tu hermano y siente su dolor. Luego, toma el cuchillo y corta con fuerza debajo de la quijada, aquí, en el cuello, de modo que muera rápidamente. Y mientras hagas esto, pide perdón a tu hermano de cuatro patas por lo que haces. Ofrece también una plegaria para agradecer a tu pariente de cuatro patas por regalarte su cuerpo precisamente ahora, cuando necesitas carne para comer y ropas que vestir. Y prométele que tú mismo regresarás a la tierra cuando mueras, para convertirte en alimento para la tierra y para las hermanas flores, y para el hermano ciervo. Es conveniente que ofrezcas esta bendición al animal de cuatro patas y que, cuando llegue el momento, le correspondas tú con tu cuerpo de esta manera, tal como el animal de cuatro patas da la vida para que sobrevivas.

Estos cazadores imitaban con sus prácticas los procesos de la naturaleza. No podían ser enterrados en un ataúd porque no nutrirían el suelo. No podían permanecer deprimidos o tristes por largo tiempo, pues la generación de vida estaba implícita en el proceso de muerte. No retenían al muerto ni en lo físico ni en la espiritual. Los mundo hipotéticos que hay después de la vida, no sólo han servido para engañar gente, también dieron sentido a la vida de las personas. El proceso de descomposición y nutrición del suelo le recordaba a los Sioux que la vida en el cuerpo material es sólo temporal. No podían desear que volviera a ellos, pues su congénere muerto ya estaba atendiendo otra realidad, una más amplia. Los procesos de vida y muerte en estos antiguos pobladores funcionaban en sincronía con su entorno, con su mundo circundante. De alguna manera también los nuestros: una vida de dolor, represión y confusión, conlleva una muerte similar. 

¿Qué podemos extraer de todo esto? Para empezar, evitar una falsa personalización del problema y por lo tanto, un sentimiento de culpa y tristeza injusto para el que se queda aquí. Reclamar a la gente que no sabe dejar ir, que necesita entrenamiento en tanatología, no es un juicio del todo sensato. Es necesario cuestionar las estructuras sociales que soportan el sistema, así como su fuente de legitimación. Lo principal y más importante es no lacerar la mente. La depresión y la tristeza son condiciones muy convenientes para el capitalismo, ya que mantienen rendida la población hacia el consumo indefinido como puerta de salvación y de vida. Sin duda el pensar como los Sioux, que todo es parte de un gran ciclo de vida y muerte, nos ayuda a sanar esas auto laceraciones emocionales. Dejar ir no porque tienes tú mucho que hacer en la vida y ocupas funcionar bien. No, más bien dejar ir porque la otra persona atiende ahora a una realidad más grande, la del todo, la de la talidad y la unicidad. 

CURP K9

 Todos los días al caminar por el vecindario me encuentro con perros a mi alrededor, me parecen animales fascinantes y hermosos, la mayoría ...