Todos los días al caminar por el vecindario me encuentro con perros a mi alrededor, me parecen animales fascinantes y hermosos, la mayoría vive en un estado de cuasi ilegalidad y el nivel de respeto y amor que reciben llega a ser proporcional al tipo de vínculo que mantienen con los seres humanos. Encuentro algunos paralelismos entre los perros y nosotros los habitantes de la ciudad, después de todo compartimos la gran jaula. Llego a sentir más pena por el perro de patio que por el callejero, este último posee más libertad que el primero y siento más empatía por el perro callejero que por el humano vagabundo. No es que el perro callejero viva en un lecho de rosas, este se encuentra expuesto a peligros constantes, violencia y agravios por parte de los seres humanos y sus máquinas. Los caminos de la urbe solo respetan y dan preferencia al vehículo motorizado, los demás tenemos que adaptarnos al frenesí vial, sin embargo, el ser humano puede tomar como referencia los señalamientos viales (no todos claro está), también podemos interpretar infraestructuras desde nuestro punto de vista más elevado lo cual nos permite movernos con más seguridad en el zoológico humano. Desde su visión más cercana al nivel del suelo el perro callejero batalla diariamente para no ser atropellado o lastimado, muchas veces perdiendo la batalla en medio de la urbe sin nadie que le importe su cadáver a media calle, el mayor respeto sepulcral al que puede acceder es un poco de cal sobre su cuerpo inerte y el comentario para consagrar su eterno reposo versa más o menos así: "para que no huela a perro muerto". Lentamente los elementos irán reclamando su carne hasta dejar solamente los huesos orillados en un baldío o banqueta (esas fueron mis primeras lecciones de arqueo zoología cuando era niño).
El perro domestico se enfrenta a estos mismos desafíos solamente cuando escapa del yugo de la correa/cadena o de la prisión del patio y la casa, a decir verdad, se enfrenta a esta situación con una gran desventaja ya que desconoce sus alrededores a diferencia del perro callejero. La comodidad de ser perro domestico no viene libre de dificultades, éste se enfrenta a la constante ridiculización de sus amos, al capricho de sus horarios y memoria para que pueda tener su comida, recreación, esparcimiento y prácticamente cualquier cosa necesaria para el animal. No es que romantice la vida en la calle, solo me parece que un patio lleno de mi propia mierda y orina sería peor que vagar por la gran letrina que llamamos ciudad. No todos los perros domésticos tienen la suerte de caer en manos de un guardián, uno que comparta todo con el, que lo respete, que no lo ridiculice, que no lo mutile, lamentablemente no hay muchos de estos. La gran mayoría de perros domésticos quedan confinados a una terraza, un patio o pedazo de patio, amarrados por una cadena, cuerda o correa, no importa que esta tenga dibujitos, sigue sirviendo para los mismos propósitos esclavizantes. Sus ladridos no siempre son para cuidar la casa, puede que sean gritos de auxilio, de dolor y locura. Pienso que le hacemos eso a los perros para sentirnos por encima de ellos, para no ser el último eslabón de la cadena urbana, para expiar nuestros deseos de poder sobre otro ser. Algunos les llaman animales de compañía, en lo personal pienso que es bastante estúpido buscar compañía de otro ser cuando ni siquiera disfrutamos de nuestra propia compañía, nos enajenamos de distintas formas y buscamos el escape de nuestro interior a toda costa pero creemos que aprisionar un animal será la solución (tampoco le podríamos llamar compañero de celda, el perro no es nuestro igual en este entorno urbano).
Por lo general se apela al vínculo ancestral entre lobos y humanos para justificar la relación que sostenemos con los perros pero siendo honestos las condiciones ya no son las mismas, es necesario re definir la relación para no caer en absurdos romanticismos que justifiquen nuestra crueldad hacia estos bellos animales. Ya no cazamos con los perros, ya no es necesario que cuiden la propiedad privada (sino para que sirve el mugroso Estado de Derecho), tampoco tenemos un vínculo de cooperación con base a una vida nómada (¿podríamos exceptuar a los vagabundos rodeados de perros que rondan en la ciudad y sus alrededores?). Ahora cabe preguntar ¿qué tipo de vinculo tenemos con el perro para poder definir la relación con éste? Si nos basamos en la correspondencia con los hechos diríamos que el vínculo que sostenemos con los perros es de tipo instrumental, en otras palabras los utilizamos para algo. La comunidad vegana estará de acuerdo con esta afirmación y agregarían que también instrumentalizamos al resto de los animales que se cruzan en el camino del ser humano, sin embargo, a diferencia de los pollos, vacas, cerdos, caballos y un gran etcétera, los perros se encuentran a un lado de nosotros en el entorno urbano. Los rastros y grandes lugares de tortura donde se ejecutan diariamente cientos de otros animales quedan inaccesibles a nosotros pero el perro está ahí lado, en el patio, en la terraza, en una esquina confinado, vagando por las calles en estado famélico; por lo tanto pienso que nuestra insensibilidad es aún mayor hacía estos seres. Constantemente la comunidad vegana se infiltra a los centros de tortura animales para exponer la realidad detrás de nuestro sistema de alimentación, una especie de terapia de choque grabada en vídeo. Hay personas que después de ver estos contenidos audiovisuales deciden volverse veganos o evitan consumir productos de origen animal en la medida de lo posible, ya no ven de la misma forma el pasillo de carnes en el supermercado ni los puestos de tacos, otra realidad les ha sido develada a través de estas grabaciones. En el caso de los perros nada está oculto, la indiferencia es aún mayor dado que el sufrimiento y miseria son evidentes a los ojos de los ciudadanos, la terapia de choque deja de funcionar en este punto.
Entre las variedades de perros que habitan la ciudad existen los que son utilizados por el poder coercitivo del Estado, los llamados perros policías. El nombre no me agrada en lo absoluto, se me hace de tipo difamatorio, empero, entiendo la importancia de estos nobles animales en las labores de búsqueda y rescate. Además de estas importantes acciones estos perros tienen como tarea el cuidar a los oficiales de policía. Podríamos decir que la antítesis del perro policía es el Negro mata pacos o los llamados "riot dogs". Una diferencia interesante entre estos dos tipos de perro de la urbe yace en las personas a las que protegen, el primero al poder coercitivo del Estado y sus representantes uniformados, el segundo a los manifestantes durante protestas. En el K9 las capacidades de pastorear y cazar son modificadas a través del condicionamiento para que este perro realice todas las tareas que el oficial de policía le indica. Los riot dogs son perros callejeros que al parecer por propia voluntad acompañan y en ocasiones defienden a los manifestantes, generalmente los más agredidos y violentados dado que son superados en armamento por parte de la policía. Ambos perros están presentes en las manifestaciones, unos porque la calle es el entorno donde viven, los otros porque son llevados ahí por la policía para ser utilizados como contención y arma. Unos son sensibles a la desgracia de los manifestantes, los otros indiferentes debido al severo condicionamiento que atravesaron.
Aquí podríamos dibujar una clase de paralelismo entre los perros y los humanos, en la indiferencia y en la participación activa ante la violencia del Estado. Aquel civil que ve la manifestación desde su auto permanece indiferente y molesto ante los manifestantes, como si su condicionamiento lo cegara de la desigualdad, violencia y represión del Estado hacia sus congéneres. El manifestante de a pie rara vez cuenta con el apoyo y empatía de los que va encontrando en la calle, aquellos que se quedaron a trabajar, que si cumplieron con el horario y fueron "responsables" en su trabajo. ¿Qué clase de condicionamiento atravesaron estas personas? cual sea éste es uno que insensibiliza y tiene un efecto paralizante ante la desigualdad social. ¿será este mismo condicionamiento el que insensibiliza ante la desgraciada vida de los perros en la ciudad? La correlación suena arbitraria pero ¿no lo es también la revisión de rutina que diariamente aplica la policía? Nuestros bellos amigos perrunos no tienen elección, son reclutados por la policía, pasan de ser pastores a ser K9; el civil promedio tiene cierto grado de elección aunque también es reclutado por distintas instituciones de toda clase. Hay espacio para decidir, aunque la decisión no sea fácil, por un lado la vida alienada fuera de las instituciones, por el otro el CURP y la obediencia civil.